sábado, 14 de julio de 2012

RIFT: Capítulo VII


7
*Ubicación desconocida*
8:42 a.m.
Las cuatro paredes de la habitación eran blancas, incluso el techo, incluso el suelo. El marco de las pantallas de los ordenadores compartían color con las paredes y hacían juego. Los muebles blancos, palideciendo junto a su entorno. Un sitio níveo y apacible casi en calma, el silencio sería total de no ser por el tecleo de las personas que ahí se encontraban, todos vestían batas blancas, la mayoría de ellos usaba gafas de aumento y unos audífonos en los oídos con un micrófono anclado, todo en la misma pieza. Dispositivos extraños conectados a sus computadoras de última generación. Todo en monocolor, todos ocupados.

Un sujeto de cabello corto y negro miraba fijamente la pantalla frente a él, los destellos del proyector de imágenes se reflejaban en sus gafas: luces de colores, a veces se apagaba, parecían parpadear en colores iridiscentes, resultado del cambio continuo de ventanas del software y del arduo trabajo del sujeto. Tecleó algunos números, llevó su mano hacia los audífonos y presionó un botón en ellos, una voz delgada y sutil salió de sus labios. A pesar de estar rodeado de otras personas que hacían cosas similares a las de él, no hablaba con ellos, sino con alguien más del otro lado de la línea.

—Aquí, Garand.

—Señor, ha aparecido uno nuevo.

—Interesante, hacía varios meses que eso no ocurría.

—Así es, señor. Y hoy en lo que va del día han sido cuatro.

       ¿Cuatro? ¿En un solo día?— La voz varonil e indiferente de hasta entonces dio un alarido de sorpresa— ¿Por qué no me habías informado antes? Cuando los tres pasados fueron hallados.
Un silencio sepulcral se apoderó de la conversación, el tipo de gafas enmudeció, dubitativo, estaba escogiendo sus palabras con cuidado, para no sonar irreverente.

RIFT: Capítulo VI




6

—Te tomaste tu tiempo para volver ¿eh? —comentó en voz elevada el profesor, para que todos, incluyendo Christopher, lo escucharan.— Espero que con eso aprendas la lección y no vuelvas a distraerte en mi clase, jovencito—. Todos sus compañeros lo miraron y el chico apenado entró al salón cabizbajo.
—Además ¿no te da gusto que hayas vuelto a tiempo?—.  Continuó el profesor.

—¿A tiempo? ¿A tiempo para qué?— Preguntó Chris.

—A tiempo para borrar el pizarrón—. Respondió el sujeto mientras miraba a sus alumnos con complicidad, estos reían a carcajadas. Christopher se apenó enseguida al ser evidenciado. No tenía más opción, así que dobló su manga y la sujetó con la mano. Se acercó al pizarrón y comenzó a borrar los garabatos del maestro, algunas fechas y un mal dibujo de un planisferio.

—Siéntate—. Ordenó el profesor mientras metía sus libros en su maleta —. En lo que reviso estos papeles y enseguida les daré un anuncio.

Christopher obedeció sin chistar, se dirigía a su lugar ante la mirada divertida de sus compañeros, algunas burlas y comentarios mordaces se escucharon en toda el aula, incluso una bola de papel pasó rozándole la oreja. Los ignoró y tomo asiento en la única silla que quedaba vacía en el salón. Los gritos continuaban hasta que fueron cesados por la grave voz del profesor.

—Silencio. Ya… Cállense… Sánchez, guarda silencio. ¿Ya? ¿Todo bien? Bueno, prosigo…—.El profesor aclaró su garganta y los últimos murmullos se desvanecían como el viento. —…como recordarán hace algunas semanas, al inicio del curso les comenté de una excursión que tenía planeado organizar. Estos papeles —. Elevó las hojas que sostenía, como si con eso todos pudieran leerlas—. Son  la autorización de la dirección para el viaje. Así que…

martes, 3 de abril de 2012

Los Días Oscuros: Capítulo I




Los dias Oscuros

             Escrito por Darkher


Basado en la trilogia:
Los juegos del hambre
De Suzanne Collins





PRIMERA
PARTE

LA REBELIÓN

1



El grave sonido de las alarmas me despierta. De un sobresalto me pongo a orillas de la cama, aún tengo los ojos entrecerrados y me concentro en mirar a mí alrededor pero solo veo dos bultos que se esconden de las sombras de la madrugada.

Me enjuago las legañas con la manga del suéter deshilachado y gastado que llevo, me queda un poco grande todavía y es porque no es de mi talla. Bostezo como una fiera y la vista se esclarece cuando mis ojos lagrimean. Aquellos bultos difusos se convierten en un par de camas, una de ellas se encuentra desocupada, con las frazadas arrojadas hacia un lado y la almohada en el suelo, la otra estaría casi intacta de no ser porque debajo de las frazadas sobresale una pequeña y delgada figura que no ocupa ni la mitad de la cama.

Extiendo los pies y busco mis botas a tientas, una la encuentro de inmediato, pero para la otra tengo que agacharme y mirar por debajo de la cama. Tomo la bota, pero me quedo a mirar una pequeña caja de cartón cuadrada, está vieja y se ha deformado porque posiblemente se ha mojado hace tiempo. Sonrío y me siento de nuevo en la cama para ajustarme las botas. Me pongo de pie y voy hacia la cama ocupada y comienzo a mover el bultito con delicadeza.

—Ely, Ely…— Le llamo con un susurro apenas audible—. Tenemos que irnos, despierta.

Una maraña de cabello marrón se asoma perezosa de entre las sábanas y se acomoda un poco, pero sólo se ha girado hacia el otro lado de la cama. Me engaña por completo, creía que se levantaría al primer aviso pero esto no ocurre.

—Ely—.Vuelvo a llamarle con un susurro, pero trato de elevar un poco más la voz, sólo quiero levantarla no que todo el mundo me escuche.

La alarma vuelve a sonar, levanto el rostro como si el sonido de que nos alerta fuera algo visual y no algo auditivo. Mi mano se agita con fuerza  sobre el hombro de mi hermana y por fin se despierta. Veo su carita somnolienta y cansada que intenta reconocerme, pasan unos segundos cuando vuelvo a hablarle.

—Ya ha sonado por segunda vez, no queda mucho tiempo—. Le advierto y ella parece entender de inmediato. Se pone de pie y me mira mientras corre hacia el ropero que es el único sitio donde podemos guardar cosas en la habitación. El reflejo de su rostro se queda grabado en mi mente y de momento no parece que esté tratando de recordar el delicado y fino rostro de Elyse, sino el de mi madre. Ellas eran muy parecidas, o cuando menos es lo que intento recordar hasta hoy en día.

Mi madre murió el mismo día que Elyse nació. Aún era muy pequeño cuando eso ocurrió y apenas puedo grabarme vagamente la imagen de mi madre, por eso cuando veo a mi hermana me viene a la mente el cómo sería el rostro de mi madre cuando tenía su edad. Estoy seguro que cuando Elyse cumpla la misma edad que tenía mi madre hasta el día que falleció, podré recordar con exactitud cómo era la mujer que nos trajo a este mundo.

En ocasiones en el mercado de nuestro Distrito conocido como El Telar, escucho comentarios — ¿o debería decir bromas del mal gusto?— que hacían aquellos conocidos de la familia al verme ir por los suministros con mis hermanos, especialmente con Elyse: “Murió un ángel y reencarnó en otro”; “El lecho de flores dejó su semilla”  y algunas otras afirmaciones indecorosas sobre el futuro de mi hermana.

Cuando eso ocurría sólo ponía un gesto adusto y mal miraba a los sujetos. Me duele mucho que me recuerden una pérdida en mi vida, sobre todo aquellas que solían ser importantes, como mi madre. No es que no pudiera decirle algo a los sujetos que nos molestaban, pero la mayoría de veces los pleitos que ocurren en el Telar,  terminan con golpes. Tres chicos desnutridos no serían unos dignos rivales para una banda de borrachos que buscan desquitarse con quien sea de lo injusta que es la vida en los Distritos.

Elyse regresa con una manta morada que le cubre de pies a cabeza, me tiende la mano y yo se la sostengo. Observo que sus dedos aún están rojos. Ha trabajado mucho ayer y aún pueden vérsele las ámpulas regodeándole la mano. Se durmió llorando por el ardor que le ocasionaban y traté de convencerla que pronto se convertirían en callos y que el dolor desaparecería, como los malos recuerdos.

Juntos bajamos con rapidez las podridas escaleras de madera que llevan a la planta baja. Sólo algunos muebles como una mesa y pocas sillas se encuentran recargadas en las cochambrosas paredes, lo demás es un vacío que huele a humedad y soledad.

Abro la puerta y apenas se vislumbra el exterior, aún está oscuro y el frío hela los huesos. Frente a nosotros se encuentra una silueta que es casi de mi tamaño, se le marca perfectamente el contorno del cuerpo y eso es porque no lleva más que una playera negra sin mangas. Se escuchan en las cercanías sonidos de personas tosiendo y otras más exhalando vahos del poco calor corporal que les queda, sin embargo aquel que está delante de mí no tirita y sólo observa hacia el frente. Nos colocamos en hilera a su lado y se deja oír su jovial voz sin rastros de frialdad con entusiasmo.

—Apenas y llegaron…—. Dijo algo más pero de inmediato fue opacado por el tercer sonido de la sirena.
En las casas que se encuentran a los lados de la nuestra y enfrente de ella veo que sus habitantes están alineados perfectamente tal como yo y mis dos hermanos lo hacemos. Sólo reconozco a los que viven a nuestro alrededor y los demás son sombras vacilantes que se someten al frío.

—…a tiempo—. Respondo entrecortadamente, el frío de la madrugada me limita el aliento, y mis frases deben ser cortas, o de lo contrario se escuchará como un dejo de quejidos y sonidos inteligibles. —Tú siempre…—Titubé—. …tan impaciente.
—No hay nada como otro día de trabajo en la fábrica—. Dice sin tapujos mi hermano menor Marlon, aquel responsable de que la cama vacía se encontrara hecha un desastre. La blancura de su sonrisa pareciera destellar entre la sombras del lugar.

—Otro día de servirle al Capitolio—. Replico con sorna y la mano que recordaba que sostenía, tiembla y eso es porque Elyse estornudaba.

—Si no es a ellos, sería a alguien más— Intervino una cansada y débil voz a mi derecha.

—No tiene porque ser así—. Espeté con enfado.

—Pero lo es, muchacho. Tenemos que vivir con ello o no vivir—. Dice el Viejo Jenkins, el anciano que nos relata historias cuando está por caer la noche. Muchos chicos y algunos adultos se reúnen en su casa al ocaso y le llevan un poco de alimento a cambio de un poco de entretenimiento nocturno.

Sus historias nos mantienen de pie: soñando con mundos que jamás conoceremos y personas que jamás llegaremos a ser. Historias sobre héroes o villanos, relatadas a gente que solo vive para trabajar para otros y sin ilusiones. En ocasiones cuenta a las chicas relatos de princesas y animales fantásticos que conceden deseos. Es ventajoso que viva a nuestro lado, porque cuando Elyse se queda dormida no tengo que cargarla demasiado para depositarla en su cama.

Por sus historias, el Señor Jenkins ha viajado a todos los Distritos y se ha llenado de sus tradiciones, incluso aprovechaba aquellos momentos en que sólo jóvenes y adultos se reunían en su casa para hablar del Capitolio, él nació ahí y lo sé porque bajo sus cansados ojos existen un par de marcas azules que se encuentran debajo de su piel, pintados para siempre. Sus manos son de un color verduzco y lo que imagino en su juventud parecería un campo llano y florido, hoy parece un pantano decaído y arrugado.

Nunca nos ha dicho porque fue que dejó el Capitolio. Pero esa no es la incógnita en todo esto, sino ¿cómo fue posible que lo dejaran salir de los demás Distritos? Del Capitolio mismo. Mi padre lo estimaba mucho, decía que aquel anciano decaído y débil valía mucho, y no por cómo se veía sino por el conocimiento que nos transmitía. Por ejemplo, de mi padre comencé a respetar al Viejo Jenkins, pero mientras crecía ese respeto se desarrolló por mi cuenta y hoy en día lo tengo en alta estima. He aprendido mucho de él, incluso ahora cuando me dice algo tomo sus palabras por ciertas y no replico. Es por ello que tiene la palabra final y su frase de resignación me hace callar.

Un par de luces al final de la calle serpentean en nuestra dirección, van acercándose. Elyse me aprieta la mano, me giro para verla y regalarle una sonrisa fingida. Marlon comienza a hacer movimientos de calistenia, así que es por eso que se protege del frío. Todos nos preparamos, los vigilantes se acercan y  verifican que los habitantes se encuentren fuera de sus casas y así comienzan las actividades en el Distrito 8.

jueves, 22 de marzo de 2012

RIFT: Capítulo V


Si no se trataba de un sueño, seguro su mente le estaba causando una jugarreta muy mala. No tenía sentido todo lo que el chico había atestiguado, al menos no tenía sentido para él, porque seguro que Michelle y los otros si lo sabían, pero de alguna forma querían que él lo descubriera por si mismo ¿violarían las reglas si se lo contaran? , ¿Qué tenía de malo que le dieran una pista? De cualquier manera el llegaría al fondo de todo esto, o cuando menos lo intentaría hasta que esa tal verdad de la que ellos le hablaban se esclareciera en gran medida.

Comenzaba a caminar en dirección a su salón, tal y como la chica le ordenó aconsejo. Ésta vez haría caso, ya que la última vez que la ignoró casi lo matan. Cuando llegaba a la esquina del edificio, un chico de su misma edad se encontraba allí.

—Christopher, ¿cierto?

El chico escuchó su nombre y asintió por inercia más que por voluntad. La persona frente a él se descolgó una mochila que llevaba a sus espaldas y la arrojó a los pies de Christopher.

—Cámbiate de ropa, no querrás andar por ahí todo ensangrentado, sucio y llamando la atención ¿verdad?

Christopher sólo pasaba la mirada de la mochila al chico, del chico a la mochila. De nuevo iba a replicar, había aspirado aire para ello y justo cuando comenzaba a articular palabra fue interrumpido.

—Es todo de mi parte, feliz RIFT— El chico soltó una risa alegre y de inmediato se retiró corriendo entre el pasto y perdiéndose entre los edificios de la escuela. Christopher comenzaba a irritarse de sobremanera, nadie le respondía nada y nunca le dejaban preguntar o al menos replicar a su gusto. Apretó los puños como reflejo de su frustración mientras observaba al chico marcharse. 

sábado, 17 de marzo de 2012

Próximamente: Los Días Oscuros


A unas pocas horas de la premiere de "Los Juegos del Hambre" en México. Y la euforia no me cabe en el pecho, tengo insomnio (obviamente) y una noticia buena se complementa con una segunda:

Pues bien, en este último par de años, un libro cambió mi vida por completo: "Los Juegos del Hambre". Nunca había leído nada parecido, algo tan bien estructurado, un contexto sólido, en general una temática integral, pero predominantemente al suspenso. Es , desde luego, un libro visceral, que te lleva a entrañar a cada uno de los personajes y en cierta medida identificarte en múltiples cosas.


De acuerdo, al grano. El primer libro se sitúa en la edición numero 74 de los Juegos del Hambre: Espectáculo anual televisado a todo Panem, símbolo del poderío del tiránico Capitolio y herramienta que se fraguó para  humillar y recordarles a los Distritos restantes "quien-es-el-que-manda". La rebelión fallida de los Distritos para derrocar al Capitolio, se conoció como "Los Días Oscuros", aquí es donde esta historia comienza, en este fanfic contemplaré en gran medida la esencia de Panem, desde sus actividades económicas, geografía y otros elementos característicos de ello que dieron origen al primero de los juegos.

Releí varias veces los libros, de modo que esta historia sea fiel, y con una narrativa parecida a la de (su santidad)Collins, así mismo recopilé datos para ampliar y familiarizar la historia a manera que tenga concordancia con los libros subsecuentes.

En fin, esperen próximamente la precuela "Los Días Oscuros" aquí, en Fundición de Sombras. El primer capítulo aparecerá el mismo día del estreno de la película (23/Marzo/12)

Saludos, Darkher