Gran Inauguración

Desde aquel lejano lugar oculto entre las montañas se abren las majestuosas puertas metálicas de la fundición. El engranaje comienza a funcionar, de un momento a otro las chimeneas comienzan a exhalar con fuerza grandes cantidades de humo negro. El golpeteo es constante y produce un estruendoso sonido férrico.

Aquellos seres -muchos de ellos amorfos- entran cautelosamente al edificio. Algunos son grotescos, otros aterradores, grandes y pequeños, todos de piel oscura y viscosa. Por extraño que parezca no desentonan con el lugar, muy por el contrario parece adaptarse perfectamente al panorama lúgubre donde la fundición se encuentra erguida.

La materia prima yace dentro de los espejos, sólo en ese material reflejante y puro es donde se pueden almacenar las sombras. Los trabajadores cargan uno a uno los contenedores brillosos y los conducen hasta una gran máquina llena de herrumbre y ollín. Los espejos son quebrados a mordidas y rasguños, inmediatamente expiden un gran haz de oscuridad incontrolada que a su vez es absorbida por aquella extraña máquina.

Múltiples tuberías adornan la fundición, la mayoría de ellas surgen de la gran máquina y desembocan en diversos instrumentos bizarros por todo el lugar. En uno de ellos se refinan las sombras, en otro se separan de la esencia principal. El resto de las sombras es conducido por un tobogan hacia un contenedor cuadrado, ese remanente es parecido a la arena, de un color hosco y brillante. Pero lo más importante es la esencia de la sombra misma.

Como bien sabemos, las sombras se oponen a todo aquello que es golpeado por la luz. Se ocultan, huyen y minuciosamente guardan la proyección de lo que en ese momento está ocurriendo. Recuerdos, voces y lugares, eso es la esencia de la sombra. Un espectro de lo que ha ocurrido en los innumerables panoramas de los diversos mundos.

La fundición se encarga de transformar la esencia de las sombras y desentrañar sus secretos. Cuando la esencia es transportada por unos tubos transparentes se revuelven con un aparato pequeño que emana relámpagos y destellos. Éste aparato tiene la capacidad de emitir sonidos. De esta manera información valiosa e invaluable surge de manera entendible.

El director de la fundición tiene el papel más importante de toda la empresa. No sólo manda, no. Sino que también escribe y reporta todo aquello que la máquina dicta. Va compilando los relatos que han ocurrido en diversos tiempos y lugares para poder ganarse el sustento. Se cree que el director en algún momento fue humano, en si, es el único humano de todo el edificio. Pero ahora se encuentra confinado en ese sitio indeterminadamente. Es extraño, un sujeto frío y callado, no come, apenas y duerme, se especula que su única forma de vivir se basa en la cantidad de voces que repiten las palabras que él escribe, es posible que pueda vivir eternamente.

Muy por el contrario los trabajadores de la fundición tienen sus segundos contados, hay algunos que pueden durar incluso meses, otros más sólo horas. Así que para que la industria siga funcionando nuevos ayudantes tienen que crearse. El remanente de las sombras es muy útil para ésta función ya que una vez que se encuentra en estado sólido es fácilmente maleable, gracias a un proceso secreto se transforma ese polvo siniestro en nuevos ayudantes cuya única meta consiste en buscar sombras por el mundo y transformarlas hasta el último de sus días.

Oh, es tarde... me iré dentro de poco. Se supone que nadie tiene que enterarse del funcionamiento de la fundición, pero me he dado a la tarea de investigarlo, aun cuando puede que mi vida esté en riesgo. No sé que me ocurrirá si los trabajadores llegan a encontrarme y me llevan ante la presencia del mismísimo Director, aquel sujeto raro que algunos conocen como Darkher.

Bien,seguiré reportando las buenas nuevas...

...hasta entonces.

-Froir